Hoy en día, llevamos en nuestros bolsillos el instrumento más poderoso que la humanidad posee: una supercomputadora conectada las 24 horas del día, los 365 días del año, que ni siquiera se apaga para dormir. Claro está, estamos hablando del celular.
Con un promedio de entre 4.5 y 4.7 pulgadas (aproximadamente 12 cm) de tamaño, este superdispositivo puede, entre muchas otras cosas, de manera muy fácil y comprensible para cualquier público, ser un periódico, una calculadora, una radio, un reproductor de música, un reproductor de video, navegar por internet, sacar fotos, filmar, acceder a documentos en todos sus formatos tanto offline como online, dibujar, publicar, operar bancos, y la lista puede seguir y seguir. Según Statista, una plataforma de estadísticas y datos, existen más de 5 millones de aplicaciones disponibles divididas entre las principales tiendas de descargas como Google Play, Apple Store, Windows, Amazon o Blackberry.
En Argentina, los usuarios destinan un promedio de 9 horas y 39 minutos al día a sus celulares. Las redes sociales y las aplicaciones son los usos más extendidos para los dispositivos móviles. Por ejemplo, TikTok es la gran estrella del momento, con usuarios que pasan casi un día entero (23.6 horas) al mes usando la aplicación. YouTube ocupa el segundo lugar con un promedio de 23.2 horas al mes, y Facebook defiende su tercer lugar en el ranking global, con un promedio de 19.4 horas al mes por usuario.
Pero eso no es todo. Hay datos aún más escalofriantes, como el hecho de que, en promedio, un usuario desbloquea su teléfono unas 80 veces al día. Si dividimos ese número en 16 (que son las horas que se supone que estamos despiertos por jornada), desbloqueamos el teléfono unas cinco veces por hora, es decir, una vez cada 12 minutos. Aunque, si lo pensamos, en la mayoría de las ocasiones ni siquiera lo necesitamos, sino que lo hacemos como un acto reflejo.
Los invito a entrar en su red social favorita y hacer scroll durante unos 10 minutos (aunque creo que con un poco menos bastará) para ver cuánto contenido de personas que no conocemos, de quienes no sabemos absolutamente nada, está ofreciendo productos, consejos y estrategias para volverse millonarios en muy poco tiempo. Desde la venta de criptomonedas hasta cómo invertir, cómo capitalizar en YouTube, participar en encuestas y hasta jugando videojuegos.
Yo, por lo menos, sí. Hoy día vivimos en una sociedad en donde la popularidad o el peso de las palabras se miden en likes y seguidores. Cuanto más tenga yo de esto en mi receta, medirá cuán popular, inteligente y verdadero son mis palabras. Obviamente, cuanto más gente consuma mi contenido, más dinero nos pagan las plataformas, sin importar absolutamente nada si el contenido es real o no. Lo que realmente importa para las compañías es el tiempo que estés frente a su aplicación. Ahora, si el contenido es verdadero, es válido, es contraproducente o es pura basura, les resulta irrelevante. El dueño de Netflix declaró que su mayor enemigo es “la almohada”, lo que evidencia lo dañinas que pueden ser estas plataformas y lo poco que les importa tu bienestar. Para ellas, que cumplas con tus necesidades fisiológicas básicas, como dormir lo necesario para una vida saludable, es irrelevante; somos bienes reemplazables, siempre van a encontrar un nuevo consumidor.
Aquí no hay recetas mágicas ni fórmulas que te lleven al éxito de la noche a la mañana. Nos enfrentamos a una realidad donde personas buscan que consumas su contenido durante el mayor tiempo posible para obtener ganancias de las plataformas, convirtiéndose en cómplices de un sistema que manipula nuestras acciones y decisiones. Esto alcanza niveles alarmantes de manipulación, donde nuestras elecciones son moldeadas por estímulos externos, impulsados por la necesidad casi obsesiva de alcanzar lo que la pantalla nos muestra.
Es importante ser realistas: nadie suele compartir contenido o fotos cuando atraviesa momentos difíciles. Y la idea de volverse millonario o alcanzar el éxito con poco o ningún esfuerzo es una falacia que debemos desmitificar. Incentivar a la gente, especialmente a los más jóvenes (que son los más vulnerables), a creer que pueden lograr metas increíbles con mínimos esfuerzos es engañoso y peligroso. Ni siquiera aquellos que venden estas falsas ilusiones creen en ellas realmente. Sin embargo, han encontrado un nicho altamente rentable: explotar la necesidad casi desesperada de la gente por alcanzar la riqueza y el éxito sin un compromiso real de conocimiento y esfuerzo.
En un mundo inundado de información y contenido, es crucial desarrollar un sentido crítico y discernimiento para no caer en trampas que prometen resultados instantáneos con poco esfuerzo. El verdadero éxito requiere dedicación, perseverancia y un enfoque realista de las metas que nos proponemos alcanzar.
Ser más inteligente que los algoritmos implica utilizarlos a nuestro favor y beneficio. Pero, ¿cómo lograr esto? En primer lugar, es crucial filtrar la información proveniente de fuentes que no la respalden adecuadamente. Enfócate en individuos con formación académica sólida y que hayan logrado resultados verificables y tangibles. No tomes sus consejos como verdades absolutas que funcionarán para ti, sino como experiencias que puedes adaptar a tus propias circunstancias.
Es fundamental consumir contenido de calidad proporcionado por diversos especialistas en los temas que nos interesan. Investigar la credibilidad y experiencia de estos expertos es esencial, y nunca debemos conformarnos con una sola versión de la información. Debemos acumular conocimientos y ponerlos en práctica de manera personal. Tomar notas de los puntos relevantes nos ayuda a observar cómo nos funcionan a nosotros y a continuar investigando y practicando constantemente.
Utilizar nuestro tiempo de manera efectiva es clave para no dejar de aprender. Las redes sociales representan una fuente valiosa de información, siempre y cuando sepamos discernir entre charlatanes y verdaderos gurús. Reconocer a las personas que realmente poseen conocimiento y experiencia no requiere ser un erudito; simplemente debemos prestar atención a sus logros y credenciales. En resumen, para ser más inteligentes que los algoritmos, necesitamos ser selectivos con la información que consumimos, buscar la calidad sobre la cantidad y estar constantemente abiertos al aprendizaje y la mejora continua.
Para finalizar, recomiendo personalizar tu celular para que se adapte a tus necesidades reales. Mantén a mano aplicaciones como ChatGPT, YouTube y Google, y verás que absolutamente todo lo que necesitas está ahí. No olvides que la clave está en ser consciente de cómo utilizas la tecnología y no permitir que ella te controle a ti. Con estos consejos y herramientas, podrás aprovechar al máximo la información disponible en línea y mejorar tu capacidad para discernir entre información valiosa y superflua, así como optimizar tu tiempo de aprendizaje y crecimiento personal.
| Estadística | Valor |
|---|---|
| Tamaño promedio de los celulares | 4.5 – 4.7 pulgadas |
| Número de aplicaciones disponibles en varias tiendas | Más de 5 millones |
| Horas promedio que los usuarios argentinos dedican a sus celulares al día | 9 horas y 39 minutos |
| Horas promedio que los usuarios argentinos dedican a TikTok al mes | 23.6 horas |
| Horas promedio que los usuarios argentinos dedican a YouTube al mes | 23.2 horas |
| Horas promedio que los usuarios argentinos dedican a Facebook al mes | 19.4 horas |
| Promedio de desbloqueos de teléfono por usuario al día | 80 veces |
| Promedio de desbloqueos de teléfono por hora (mientras se está despierto) | 5 veces |
| Promedio de desbloqueos de teléfono cada 12 minutos | Una vez |
Fuentes:
